Zoey’s Second Ride: Help Our Cowgirl Beat Leukemia Again

April 20, 2025 marked the start of our spring break, and we escaped to the mountains—just me, Khloe, Zoey, and my sister. Everything felt peaceful and right. We soaked in the serenity: the wind whispering through the trees, the river rushing gently beneath us.

It was a much-needed getaway, especially after the joyful celebration we had just days earlier. On April 8th, we gathered with all our loved ones to celebrate a long-awaited moment—Zoey ringing the bell to mark the end of her treatment. A mariachi band played in the background as we danced, laughed, and cried tears of joy. It felt like the beginning of a brand-new chapter, full of hope and healing.

April 23rd was another day we had dreamed of. Zoey began her first horseback riding lessons, and I had the joy of teaching her everything I know. Khloe rode alongside us, full of laughter and light. It was a picture-perfect afternoon through the eyes of two little girls dreaming of riding into the sunset.

But later that evening, just as we sat down for dinner, a missed call came through from Zoey’s doctor. We all felt it—that deep, sinking feeling in our hearts. The labs were back. And though the doctor didn’t have to say much, we knew.

Relapse.

Leukemia was back, knocking on our door once again.

Sitting in the same hospital room we’d said goodbye to less than a month ago didn’t feel real. Listening to treatment plans all over again was heartbreaking—and far too familiar.

This time, though, we’re walking into the storm with more knowledge, more strength, and a deeper understanding of the road ahead. But we also know the weight it carries.

Nancy, my sister and Zoey’s rock, will now have to quit her job to stay by Zoey’s side through this next round of treatment in San Diego. As the sole provider for her family of three, she’s facing not only the emotional toll—but a financial one too.

So once again, we humbly ask for your prayers, your support, and if you’re able—your help.

Whether it’s a donation, a share, or a kind word, every bit means the world to our family.

Thank you for standing with us.

Zoey’s not riding this trail alone.

El 20 de abril de 2025 marcó el inicio de nuestras vacaciones de primavera, y nos escapamos a las montañas—solo Khloe, Zoey, mi hermana y yo. Todo se sentía en paz. Disfrutamos de la serenidad: el viento entre los árboles, el río corriendo con su melodía suave.

Fue una escapada muy necesaria, especialmente después de la hermosa celebración que habíamos tenido unos días antes. El 8 de abril, nos reunimos con todos nuestros seres queridos para celebrar un momento muy esperado: ¡Zoey tocó la campana! El fin de su tratamiento. Una banda de mariachi tocaba de fondo mientras bailábamos, reíamos y llorábamos de alegría. Sentíamos que era el comienzo de un nuevo capítulo lleno de esperanza.

El 23 de abril llegó otro día que habíamos soñado durante mucho tiempo. Zoey tuvo su primera clase de equitación, y tuve el honor de enseñarle todo lo que sé. Khloe también se unió a nosotras, llena de risas y emoción. Fue una tarde perfecta, vista a través de los ojos de dos pequeñas soñadoras que imaginan cabalgar hacia el atardecer.

Pero esa misma noche, durante la cena, recibimos una llamada perdida del médico de Zoey. Lo sentimos en el corazón—ese presentimiento que no se puede ignorar. Los resultados del laboratorio habían llegado. Y aunque el doctor no dijo mucho, lo supimos de inmediato:

Recaída.

La leucemia volvió a tocar nuestra puerta.

Estar otra vez en la misma habitación del hospital, de la cual nos habíamos despedido hace menos de un mes, se sentía irreal. Escuchar nuevamente los planes de tratamiento fue doloroso… demasiado familiar.

Esta vez es diferente. Tenemos más conocimiento, más fortaleza. Pero también sabemos bien lo difícil que será este camino.

Nancy, mi hermana y el pilar de Zoey, tendrá que dejar su trabajo para acompañarla durante el tratamiento en San Diego. Ella es el único sustento para su familia de tres.

Por eso, una vez más, pedimos sus oraciones, su apoyo, y si está en sus posibilidades, una ayuda económica.

Cada donación, cada palabra de aliento, cada vez que comparten nuestra historia—todo hace la diferencia.

Gracias por acompañarnos en esta batalla.

Zoey no cabalga sola.