Porque no todos hemos tenido la suerte de nacer en España, la Plataforma de Despegue nace a partir de una iniciativa sencilla y profundamente humana: un grupo de voluntarios, comenzaron a enseñar español a jóvenes refugiados acogidos en el Área del Alto Gállego. El contacto directo con estos chicos permitió identificar una realidad que va mucho más allá del aprendizaje del idioma: carencias formativas, dificultades de acceso al empleo, ausencia de redes de apoyo estables y una integración social frágil.
Ante esta realidad, se constituye la Plataforma de Despegue como organización sin ánimo de lucro, con el objetivo de acompañar de forma integral a jóvenes migrantes procedentes de África en su proceso de inserción social y laboral, facilitando el acceso a un trabajo digno, a un alojamiento estable y a una plena integración en la sociedad de acogida.
Se trata de jóvenes que, al igual que tantos españoles en otras etapas de nuestra historia, se han visto obligados a abandonar su país de origen en busca de una oportunidad de vida mejor. Han dejado atrás a sus familias, su entorno y su identidad, y comparten con nosotros relatos de sufrimiento, supervivencia y miedo a lo desconocido. Sin embargo, su mensaje es claro: no buscan compasión, buscan una oportunidad. Quieren formarse, trabajar y contribuir activamente a la comunidad que les ha abierto las puertas.
A las dificultades inherentes a cualquier proceso migratorio se suman, en su caso, barreras adicionales, como el desconocimiento del idioma y la discriminación asociada al color de la piel. No obstante, sus aspiraciones, su capacidad de esfuerzo y sus necesidades son las mismas que las de cualquier joven: seguridad, estabilidad, trabajo y futuro.
La Plataforma de Despegue canaliza recursos humanos, formativos y económicos para convertir la acogida en integración real. El apoyo solicitado permitirá consolidar programas de formación, acompañamiento laboral y apoyo social, generando un impacto directo y medible tanto en la vida de estos jóvenes como en la cohesión social del territorio.
Invertir en la Plataforma de Despegue es invertir en personas, en convivencia y en futuro.
Testimonios de quienes hoy están aquí:
Moustapha Gueye (Senegal)
Moustapha habla en nombre propio y en el de todos los refugiados presentes. Su voz recuerda también a quienes no lograron llegar. No habla de cifras, sino de personas. De rostros, de historias marcadas por la guerra, el desierto, el mar y las fronteras. Fronteras que no han conseguido romper la dignidad humana. En su relato están presentes los hermanos que quedaron sin agua ni comida, los amigos perdidos en el mar y quienes fueron abandonados en el camino. Todos ellos siguen vivos en la memoria colectiva.
Doume Sadessy (Mali)
Doume explica que la guerra no termina cuando callan las armas. Continúa dentro de quienes han perdido su casa, su familia y su identidad. Habla del duelo complejo que sufren las personas migrantes: vivir entre la nostalgia del pasado y el miedo al futuro. Recuerda que las fronteras no son solo muros físicos, sino heridas invisibles en la mente y en el corazón. Sus palabras son un acto de verdad y una demanda clara: no piden compasión, piden reconocimiento.
Boubacar Diallo
Boubacar relata la salida forzada de su tierra. Dejar atrás a la familia, la infancia, los estudios y los sueños. Cuenta el viaje en patera, frágil y sobrecargada de vidas, donde el mar fue camino y amenaza. Describe el hambre, la sed, el frío y el miedo, las noches interminables y los gritos de desesperación. Pero también la esperanza: cada amanecer como un milagro, cada rayo de sol como una razón para seguir vivos. Hoy agradece a quienes, en España, les han ofrecido apoyo, enseñanza y escucha. No buscan riquezas: piden paz, libertad y dignidad; estudiar, trabajar y aportar a la sociedad que les acoge.
Dialla (Mali)
Dialla habla del dolor de ser inmigrante: no solo cambiar de país, sino de vida. Una vida marcada por sacrificios, soledad, trámites imposibles, trabajos duros y rechazo por el color de la piel o el acento. A pesar de todo, afirma con orgullo que han aprendido a ser fuertes, a levantarse cada día con dignidad. Agradece especialmente a la población de Sabiñánigo, a sus profesores, a APIP-CM y a quienes desde la biblioteca le han ayudado a estudiar y a integrarse. Su mensaje final es un compromiso: mirar adelante, aprender, trabajar y transformar una historia de guerra y dolor en una historia de integración y esperanza.
Están vivos. Han resistido.
Y hoy quieren construir.
La Plataforma de Despegue nace para acompañar este cambio:
- del sufrimiento a la oportunidad,
- de la supervivencia a la integración,
- del miedo al futuro seguro.

