Honduran biomedical engineer with a finnish goal.
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(English below)
El 27 de marzo de este año, 2020, recibí la tan esperada y anhelada respuesta:
¡Querido solicitante!
Nos complace informarle que, en nombre de nuestro programa, ha sido aceptado ...
... Te han concedido una beca ...
Mi corazón se detuvo, salí de la habitación donde me encontraba y me eché a llorar. Inmediatamente, llamé por teléfono a mis papás: ¡Sí, con beca completa! Toda mi familia saltó de alegría no porque “me iba del país” sino porque esta increíble oportunidad representa un gran paso a quién busco ser como profesional, porque esta increíble oportunidad representa el salto que me impulsa a retribuir a mi país con conocimiento que lamentablemente no logré encontrar en las aulas de clase.
Mi nombre es Marcela Rivera, hija de Camilo Rivera y Maiela Pineda. Soy sampedrana de nacimiento, pero indita (La Esperanza, Intibucá) y sureña (San Lorenzo, Valle) de sangre. He llevado una vida llena de voluntariados, el camino comenzó en el 2013 como líder de jóvenes cristianos en Jeremías MAC y continuó en grupos como TEDxSanPedroSulaWomen, MUA Mujeres en las Artes, Escuela Taller de Sordos “Amor en Acción,” IEEE EMBs, IEEE SIGHT e IEEE CONESCAPAN. A temprana edad encontré que mi felicidad se encontraba en dar, siempre en dar, y mi meta como profesional ha sido esa: retribuir a mi país a mi manera, con conocimiento y experiencia. Sueño grandemente con convertirme en profesora en alguna o varias universidades de mi país, pero además de eso busco impulsar la investigación, la lectura y la curiosidad, busco desalentar la pereza y la deshonestidad. Entonces, al enterarme que había sido admitida en el programa de mis sueños (MSc en Imágenes Biomédicas) no pude más que afirmar que este es mi propósito.
En mi carta de aceptación al programa de Åbo Akademi University me informaron que había sido otorgada una beca del 100% de mis estudios, sin embargo, aun debía hacerme responsable de costear mi estadía y demás gastos en Finlandia. La alegría no cesó, de una u otra forma lograría ajustar la cantidad mínima requerida (€6720≈USD8300) para solicitar el permiso de residencia por al menos un año (€13 440 por los dos años de estudio). Comencé a contactar bancos, organizaciones y otras entidades y comencé a aplicar. El panorama se miraba oportuno hasta que, dos semanas después de la grata noticia, la actual pandemia tocó a Honduras y se estableció toque de queda absoluto. Los bancos y las organizaciones que había contactado dejaron de autorizar créditos. Cerraron aeropuertos y cancelaron los vuelos internacionales.
En promedio, la embajada de Finlandia puede demorar hasta 3 meses en aprobar un permiso de residencia y sin ese permiso yo no podía viajar en la fecha estimada, agosto 2020, para empezar mis estudios en septiembre 2020. Aun así, parte de mí no se angustió porque entendía que todo lo que estaba sucediendo estaba fuera de mi control: al estar los aeropuertos cerrados, yo era incapaz de viajar a México o Colombia para tramitar este permiso (no hay Embajada de Finlandia en Honduras). Decidí seguir avanzado como fuera posible y a seguir esperando. Finalmente, recibí un comunicado explicando la posibilidad de registrarme como ausente para el primer año de estudio en caso de que el COVID19 estuviera imposibilitando mi llegada a Finlandia. Apliqué y aceptaron mi situación. Ahora empezaría mis estudios hasta agosto 2021, tendría más tiempo para ahorrar y más tiempo para buscar otros medios para financiar mi estadía.
Debido al declive económico de Honduras, los bancos negaron mis aplicaciones a crédito. Yo seguía ahorrando, pero mi sueldo simplemente no alcanzaba para reunir cerca de USD8300 (€6720) en menos de un año. Mandé sinfín de cartas de patrocinio recibiendo apenas 2 o 3 respuestas, todas negativas. Cada vez que recibía una respuesta negativa trataba de no desalentarme, más bien, lo entendía como una manera en que Dios me decía “No, de esta manera no. Tengo una mejor opción para vos.”
Ahora bien, exactamente siete meses después de recibir la carta de admisión tuve que tomar una decisión importante: renunciar a mi trabajo. ¿Por qué? Porque entendí que ese mismo sueldo que no me estaba ajustando para financiar mi estadía en Finlandia podía llegar a ser el mismo culpable de enfermar a mis padres. Verán, yo trabajo (me encuentro en mi ultimo mes laboral) en una empresa que requiere visitar al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) además de otras clínicas privadas para instalar y dar mantenimiento a equipo médico, en otras palabras, visito regularmente a uno de los focos de infección más grandes de San Pedro Sula (epicentro del COVID19 en Honduras). Y, ambos mis padres son de tercera edad contando con enfermedades de base. Súmenle a eso no contar con un seguro médico. Simplemente, mi trabajo y mi sueldo no valen más que la vida de ellos. Tomé esta decisión con fe, creyendo que es lo mejor. La tomé llena de miedo, pero me armé de valor y por fin, después de 7 meses, comienzo a sentir un poco de paz. Aun existe la posibilidad que se enfermen, pero en un mes esa posibilidad será mucho menor.
Mi meta profesional es dedicarme a la investigación y a la catedra, mi meta es entregarle devuelta en la medida de lo posible a Honduras. Lo único que pido es un poco de ayuda: sea compartiendo esta campaña, donando lo que les sea posible, mandando una oración al cielo porque pueda cumplir mi sueño y meta. No, no me quedaré de brazos cruzados esperando que el dinero me caiga del cielo, pero definitivamente que una pequeña ayuda facilitaría aún más esta travesía.
¡Agradezco que se hayan tomado unos minutos para leer mi historia! Significa mucho para mí.
He habilitado mis cuentas bancarias por si desean donar por esos medios:
Ficohsa: 200008500419
BAC Lempiras:742207131
BAC Dólares: 742307291
Tipo de cuenta: Ahorro
Nombre: Marcela Xiomara Rivera Pineda
PayPal: paypal.me/marcelaxrivera
-----------------------------
On March 27 of this year, 2020, I received the long-awaited and longed-for response:
Dear applicant!
We are pleased to inform you that, on behalf of our program, you have been accepted ...
... You have been awarded a scholarship ...
My heart stopped, I left the room where I was and burst into tears. Immediately, I called my parents: Yes, with full scholarship! My whole family jumped out of joy simply because this incredible opportunity represents a great step towards who I seek to be as a professional, because this incredible opportunity represents the leap that drives me to give back to my country with knowledge that unfortunately I wasn´t able to find in the classrooms.
My name is Marcela Rivera, daughter of Camilo Rivera and Maiela Pineda. I was born in San Pedro Sula, Cortés, Honduras. I have led a life full of volunteering, which began in 2013 as a youth leader in Jeremías MAC and continued to do so thanks to organizations such as TEDxSanPedroSulaWomen, MUA Women in the Arts, School Workshop for Deaf “Amor en Acción,” IEEE EMBs, IEEE SIGHT and IEEE CONESCAPAN. At an early age I found that my happiness was in giving, always in giving, and my goal as a professional has been that: to give back to my country in my own way, with knowledge and experience. I greatly dream of becoming a university level professor in my country, but in addition to that I seek to promote research, reading and curiosity, and to discourage laziness and dishonesty. So, when I found out that I had been admitted to the program of my dreams (MSc in Biomedical Imaging) I could not help but affirm that this was my life purpose.
In my acceptance letter to the Åbo Akademi University program I was informed that I had been granted a 100% scholarship for my tuition fees, however, I was still responsible for living expenses and other costs in Finland. The joy did not stop, one way or another I was going to be able to gather the minimum amount required (€6720≈USD8300) to apply for a residence permit for at least one year (€13,440 for the two years of study). I started contacting banks, organizations and other entities and started applying. The outlook seemed opportune until, two weeks after the good news, the current pandemic hit Honduras and an absolute curfew was established. The banks and organizations I had contacted stopped authorizing loans. Airports were closed and international flights canceled.
On average, the Finnish embassy can take up to 3 months to approve a residence permit and without that permit I could not travel on the estimated date, August 2020, to start my studies in September 2020. Nevertheless, part of me was not in distress because I understood that everything that was happening was out of my control: since the airports were closed, I was unable to travel to Mexico or Colombia to apply to this permit (there is no Embassy of Finland in Honduras). I decided to keep moving forward as much as possible and to keep waiting. Finally, I received a statement explaining the possibility of registering as absent for the first year of study in case COVID19 was making it impossible for me to arrive in Finland. I applied and they accepted my situation. Now with my studies starting until August 2021, I would have more time to save more money and more time to look for other means to finance my stay.
Due to the economic decline in Honduras, the banks denied my credit applications. I was still saving, but my salary just wasn't enough to make it to USD8300 (€6720) in less than a year. I sent endless letters of sponsorship receiving only 2 or 3 responses, all negative. Every time I received a negative answer I tried not to get discouraged, rather, I understood it as a way in which God said to me “No, not this way. I have a better option for you. "
Now, exactly seven months after receiving the admission letter, I had to make an important decision: to quit my job. Why? Because I understood that the same salary that was not sufficing to finance my stay in Finland could become the same culprit for making my parents sick. You see, I work (I am in my last month of work) in a company that requires visiting the Honduran Social Security Institute (IHSS) in addition to other private clinics to install and provide technical services to medical equipment, in other words, I regularly visit one of the largest foci of infection in San Pedro Sula (the epicenter of COVID19 in Honduras). And, both my parents are elderly with underlying diseases. Add to that not having health insurance. My job and my salary are simply not worth more than their lives. I made this decision in faith, believing it to be for the best. I took it even with full of fear, but I plucked up my courage and finally, after 7 months, I now begin to feel a bit of peace. The possibility of them getting sick still exists, but in a month that possibility will be much less.
My professional goal is to dedicate myself to research and teaching, my personal goal is to give back to Honduras as much as possible. All I ask is a little help: be it by sharing this campaign, donating what your hearts deem possible, or even sending a prayer to heaven that I can fulfill my dream and goal. No, I will not sit idly by waiting for the money to fall from the sky, but a little help would definitely make this journey even easier.
I appreciate the few minutes you took to read my story! It means a lot to me.
In case any errors occur, here's my PayPal account: paypal.me/marcelaxrivera
Thanks again!
El 27 de marzo de este año, 2020, recibí la tan esperada y anhelada respuesta:
¡Querido solicitante!
Nos complace informarle que, en nombre de nuestro programa, ha sido aceptado ...
... Te han concedido una beca ...
Mi corazón se detuvo, salí de la habitación donde me encontraba y me eché a llorar. Inmediatamente, llamé por teléfono a mis papás: ¡Sí, con beca completa! Toda mi familia saltó de alegría no porque “me iba del país” sino porque esta increíble oportunidad representa un gran paso a quién busco ser como profesional, porque esta increíble oportunidad representa el salto que me impulsa a retribuir a mi país con conocimiento que lamentablemente no logré encontrar en las aulas de clase.
Mi nombre es Marcela Rivera, hija de Camilo Rivera y Maiela Pineda. Soy sampedrana de nacimiento, pero indita (La Esperanza, Intibucá) y sureña (San Lorenzo, Valle) de sangre. He llevado una vida llena de voluntariados, el camino comenzó en el 2013 como líder de jóvenes cristianos en Jeremías MAC y continuó en grupos como TEDxSanPedroSulaWomen, MUA Mujeres en las Artes, Escuela Taller de Sordos “Amor en Acción,” IEEE EMBs, IEEE SIGHT e IEEE CONESCAPAN. A temprana edad encontré que mi felicidad se encontraba en dar, siempre en dar, y mi meta como profesional ha sido esa: retribuir a mi país a mi manera, con conocimiento y experiencia. Sueño grandemente con convertirme en profesora en alguna o varias universidades de mi país, pero además de eso busco impulsar la investigación, la lectura y la curiosidad, busco desalentar la pereza y la deshonestidad. Entonces, al enterarme que había sido admitida en el programa de mis sueños (MSc en Imágenes Biomédicas) no pude más que afirmar que este es mi propósito.
En mi carta de aceptación al programa de Åbo Akademi University me informaron que había sido otorgada una beca del 100% de mis estudios, sin embargo, aun debía hacerme responsable de costear mi estadía y demás gastos en Finlandia. La alegría no cesó, de una u otra forma lograría ajustar la cantidad mínima requerida (€6720≈USD8300) para solicitar el permiso de residencia por al menos un año (€13 440 por los dos años de estudio). Comencé a contactar bancos, organizaciones y otras entidades y comencé a aplicar. El panorama se miraba oportuno hasta que, dos semanas después de la grata noticia, la actual pandemia tocó a Honduras y se estableció toque de queda absoluto. Los bancos y las organizaciones que había contactado dejaron de autorizar créditos. Cerraron aeropuertos y cancelaron los vuelos internacionales.
En promedio, la embajada de Finlandia puede demorar hasta 3 meses en aprobar un permiso de residencia y sin ese permiso yo no podía viajar en la fecha estimada, agosto 2020, para empezar mis estudios en septiembre 2020. Aun así, parte de mí no se angustió porque entendía que todo lo que estaba sucediendo estaba fuera de mi control: al estar los aeropuertos cerrados, yo era incapaz de viajar a México o Colombia para tramitar este permiso (no hay Embajada de Finlandia en Honduras). Decidí seguir avanzado como fuera posible y a seguir esperando. Finalmente, recibí un comunicado explicando la posibilidad de registrarme como ausente para el primer año de estudio en caso de que el COVID19 estuviera imposibilitando mi llegada a Finlandia. Apliqué y aceptaron mi situación. Ahora empezaría mis estudios hasta agosto 2021, tendría más tiempo para ahorrar y más tiempo para buscar otros medios para financiar mi estadía.
Debido al declive económico de Honduras, los bancos negaron mis aplicaciones a crédito. Yo seguía ahorrando, pero mi sueldo simplemente no alcanzaba para reunir cerca de USD8300 (€6720) en menos de un año. Mandé sinfín de cartas de patrocinio recibiendo apenas 2 o 3 respuestas, todas negativas. Cada vez que recibía una respuesta negativa trataba de no desalentarme, más bien, lo entendía como una manera en que Dios me decía “No, de esta manera no. Tengo una mejor opción para vos.”
Ahora bien, exactamente siete meses después de recibir la carta de admisión tuve que tomar una decisión importante: renunciar a mi trabajo. ¿Por qué? Porque entendí que ese mismo sueldo que no me estaba ajustando para financiar mi estadía en Finlandia podía llegar a ser el mismo culpable de enfermar a mis padres. Verán, yo trabajo (me encuentro en mi ultimo mes laboral) en una empresa que requiere visitar al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) además de otras clínicas privadas para instalar y dar mantenimiento a equipo médico, en otras palabras, visito regularmente a uno de los focos de infección más grandes de San Pedro Sula (epicentro del COVID19 en Honduras). Y, ambos mis padres son de tercera edad contando con enfermedades de base. Súmenle a eso no contar con un seguro médico. Simplemente, mi trabajo y mi sueldo no valen más que la vida de ellos. Tomé esta decisión con fe, creyendo que es lo mejor. La tomé llena de miedo, pero me armé de valor y por fin, después de 7 meses, comienzo a sentir un poco de paz. Aun existe la posibilidad que se enfermen, pero en un mes esa posibilidad será mucho menor.
Mi meta profesional es dedicarme a la investigación y a la catedra, mi meta es entregarle devuelta en la medida de lo posible a Honduras. Lo único que pido es un poco de ayuda: sea compartiendo esta campaña, donando lo que les sea posible, mandando una oración al cielo porque pueda cumplir mi sueño y meta. No, no me quedaré de brazos cruzados esperando que el dinero me caiga del cielo, pero definitivamente que una pequeña ayuda facilitaría aún más esta travesía.
¡Agradezco que se hayan tomado unos minutos para leer mi historia! Significa mucho para mí.
He habilitado mis cuentas bancarias por si desean donar por esos medios:
Ficohsa: 200008500419
BAC Lempiras:742207131
BAC Dólares: 742307291
Tipo de cuenta: Ahorro
Nombre: Marcela Xiomara Rivera Pineda
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On March 27 of this year, 2020, I received the long-awaited and longed-for response:
Dear applicant!
We are pleased to inform you that, on behalf of our program, you have been accepted ...
... You have been awarded a scholarship ...
My heart stopped, I left the room where I was and burst into tears. Immediately, I called my parents: Yes, with full scholarship! My whole family jumped out of joy simply because this incredible opportunity represents a great step towards who I seek to be as a professional, because this incredible opportunity represents the leap that drives me to give back to my country with knowledge that unfortunately I wasn´t able to find in the classrooms.
My name is Marcela Rivera, daughter of Camilo Rivera and Maiela Pineda. I was born in San Pedro Sula, Cortés, Honduras. I have led a life full of volunteering, which began in 2013 as a youth leader in Jeremías MAC and continued to do so thanks to organizations such as TEDxSanPedroSulaWomen, MUA Women in the Arts, School Workshop for Deaf “Amor en Acción,” IEEE EMBs, IEEE SIGHT and IEEE CONESCAPAN. At an early age I found that my happiness was in giving, always in giving, and my goal as a professional has been that: to give back to my country in my own way, with knowledge and experience. I greatly dream of becoming a university level professor in my country, but in addition to that I seek to promote research, reading and curiosity, and to discourage laziness and dishonesty. So, when I found out that I had been admitted to the program of my dreams (MSc in Biomedical Imaging) I could not help but affirm that this was my life purpose.
In my acceptance letter to the Åbo Akademi University program I was informed that I had been granted a 100% scholarship for my tuition fees, however, I was still responsible for living expenses and other costs in Finland. The joy did not stop, one way or another I was going to be able to gather the minimum amount required (€6720≈USD8300) to apply for a residence permit for at least one year (€13,440 for the two years of study). I started contacting banks, organizations and other entities and started applying. The outlook seemed opportune until, two weeks after the good news, the current pandemic hit Honduras and an absolute curfew was established. The banks and organizations I had contacted stopped authorizing loans. Airports were closed and international flights canceled.
On average, the Finnish embassy can take up to 3 months to approve a residence permit and without that permit I could not travel on the estimated date, August 2020, to start my studies in September 2020. Nevertheless, part of me was not in distress because I understood that everything that was happening was out of my control: since the airports were closed, I was unable to travel to Mexico or Colombia to apply to this permit (there is no Embassy of Finland in Honduras). I decided to keep moving forward as much as possible and to keep waiting. Finally, I received a statement explaining the possibility of registering as absent for the first year of study in case COVID19 was making it impossible for me to arrive in Finland. I applied and they accepted my situation. Now with my studies starting until August 2021, I would have more time to save more money and more time to look for other means to finance my stay.
Due to the economic decline in Honduras, the banks denied my credit applications. I was still saving, but my salary just wasn't enough to make it to USD8300 (€6720) in less than a year. I sent endless letters of sponsorship receiving only 2 or 3 responses, all negative. Every time I received a negative answer I tried not to get discouraged, rather, I understood it as a way in which God said to me “No, not this way. I have a better option for you. "
Now, exactly seven months after receiving the admission letter, I had to make an important decision: to quit my job. Why? Because I understood that the same salary that was not sufficing to finance my stay in Finland could become the same culprit for making my parents sick. You see, I work (I am in my last month of work) in a company that requires visiting the Honduran Social Security Institute (IHSS) in addition to other private clinics to install and provide technical services to medical equipment, in other words, I regularly visit one of the largest foci of infection in San Pedro Sula (the epicenter of COVID19 in Honduras). And, both my parents are elderly with underlying diseases. Add to that not having health insurance. My job and my salary are simply not worth more than their lives. I made this decision in faith, believing it to be for the best. I took it even with full of fear, but I plucked up my courage and finally, after 7 months, I now begin to feel a bit of peace. The possibility of them getting sick still exists, but in a month that possibility will be much less.
My professional goal is to dedicate myself to research and teaching, my personal goal is to give back to Honduras as much as possible. All I ask is a little help: be it by sharing this campaign, donating what your hearts deem possible, or even sending a prayer to heaven that I can fulfill my dream and goal. No, I will not sit idly by waiting for the money to fall from the sky, but a little help would definitely make this journey even easier.
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