Help me Finish Medical School

ENGLISH

Dear Friends and Kind Supporters,

I write to you today at a crucial juncture in my life—the final step toward achieving my dream of becoming a physician. Having completed all my rotations in both New York and Florida with honors, I find myself facing an unforeseen roadblock that threatens to derail everything I have worked for.

Recently, I was informed by my medical school that my last year’s student loan would not be funded, and as a result, I am unable to take my final exams, including my Step 2. It’s disheartening to think that had I known about this policy, I might have reconsidered my enrollment. Sadly, my situation is compounded by the challenges posed by dealing with a foreign medical school that receives federal funds. Despite my desperate efforts to seek legal advice and assistance from the Department of Education, I have exhausted all available options.

I find myself in a precarious position, not only burdened by the weight of this unexpected financial obligation—$61,042 due by November—but also entangled in debts accrued during the COVID pandemic. Additionally, I have a necessary surgery that I have had to postpone repeatedly due to my financial instability. Despite what my school assures me—stories of fellow students managing to pay out of pocket—this approach is simply not feasible for me.

I am reaching out to you with a heartfelt request for assistance. I seek to raise funds that would allow me to settle my outstanding balance so that I may take my exams and complete my medical education. I have always felt a profound sense of responsibility as a future medical practitioner. Throughout the pandemic, I was where I was supposed to be, witnessing the raw human experience—pain, vulnerability, and resilience—and I have no regrets about my choices.

As I embarked on my journey through medical school, I often found myself reflecting on the profound moments that would shape my career and my heart. My assignment to New York for my rotations felt like destiny; in a city on the edge of crisis, I sensed a calling to immerse myself in the very essence of medicine. Despite my family and loved ones' concerns about my safety and the lack of treatment at the time, I was determined to be there and contribute in any way I could.

Upon arriving at the hospitals, I quickly became surrounded in a world where hope and despair coexisted. I stood by patients who could only connect with their loved ones through the cold screen of a phone. Feeling the weight of their solitude, I held those phones and did my best to bring a semblance of comfort trying not to show my own sadness and frustration.

I marveled at the bravery of family physicians who, despite the overwhelming challenges, tirelessly sought to do more for their patients. They inspired me with their dedication and resilience. Concerns about the potential late diagnoses of children with special needs weighed heavily on all of us, amplifying the sense of urgency in our work. During my rotation in the psychiatry unit, I closely observed my mentors highlighting the concerning surge in psychiatric cases among adolescents, a crisis that seemed to materialize almost overnight. Many doctors noted that mental disorders, which usually manifest later in life, were now manifesting at an earlier age, as if the incidence of mental illness had accelerated and patients with depression search for relief at a much higher rate.

Throughout it all, uncertainty loomed large, yet I shared the heartfelt determination of many doctors who refused to back down from advocating for our patients. We understood that even amidst chaos, our commitment to their treatment and care was crucial. The way institutions responded to the crisis will forever be etched in my memory—both the lessons learned, and the opportunities missed.

This experience ignited a passion within me to become a stronger advocate for patients. I want to harness everything I learned from this period—the challenges faced, the successes celebrated, and the compassion that connected us all. As I reflect on my journey, I am driven by the hope to follow in the footsteps of the doctors who inspired me, and to be a voice for those who cannot speak for themselves. In preparing for whatever the future may hold, I aim to stand ready to advocate for my patients with unwavering commitment and love.

I sincerely appreciate the time and attention you've devoted to understanding my circumstances. Thank you for considering supporting my fundraising efforts to complete my medical education. Your generosity means a lot to me. Every contribution, no matter how small, makes a significant difference.

With deep gratitude!

EN ESPANOL

Queridos amigos y amables seguidores,

Les escribo hoy en un momento crucial de mi vida: el paso final para alcanzar mi sueño de convertirme en médico. Habiendo completado todas mis rotaciones tanto en Nueva York como en Florida con honores, me encuentro enfrentando un obstáculo imprevisto que amenaza con descarrilar todo por lo que he trabajado.

Recientemente, me informaron en mi escuela de medicina que el préstamo estudiantil de mi último año no sería financiado y, como resultado, no puedo presentar mis exámenes finales, incluido el Step 2. Es desalentador pensar que si hubiera sabido sobre esta política, podría haber reconsiderado mi registro. Lamentablemente, mi situación se complica por los desafíos que implica tratar con una escuela de medicina extranjera que recibe fondos federales. A pesar de mis desesperados esfuerzos por buscar asesoría legal y asistencia del Departamento de Educación, he agotado todas las opciones disponibles.

Me encuentro en una posición precaria, no solo agobiado por el peso de esta inesperada obligación financiera—$61,042 a pagar para noviembre—sino también atrapado en deudas acumuladas durante la pandemia de COVID. Además, tengo una cirugía necesaria que he tenido que posponer repetidamente debido a mi inestabilidad financiera. A pesar de lo que me asegura mi escuela—historias de compañeros que logran pagar de su propio bolsillo—esta solucion simplemente no es factible para mí.

Me dirijo a usted con una solicitud sincera de ayuda. Busco recaudar fondos que me permitan saldar mi saldo pendiente para poder presentar mis exámenes y completar mi educación médica. Siempre he sentido un profundo sentido de responsabilidad como futuro profesional médico. A lo largo de la pandemia, estuve donde se suponía que debía estar, presenciando la experiencia humana en su estado más puro—dolor, vulnerabilidad y resiliencia—y no tengo ningún arrepentimiento sobre mis decisiones.

Al embarcarme en mi viaje a través de la escuela de medicina, a menudo me encontraba reflexionando sobre los momentos profundos que darían forma a mi carrera y a mi corazón. Mi asignación a Nueva York para mis rotaciones se sintió como el destino; en una ciudad al borde de la crisis, sentí un llamado a sumergirme en la esencia misma de la medicina. A pesar de las preocupaciones de mi familia y seres queridos sobre mi seguridad y la falta de tratamiento en ese momento, estaba decidida a estar allí y contribuir de cualquier manera que pudiera.

Al llegar a los hospitales, rápidamente me vi rodeada de un mundo donde la esperanza y la desesperación coexistían. Estuve junto a pacientes que solo podían conectarse con sus seres queridos a través de la fría pantalla de un teléfono. Sintiendo el peso de su soledad, sostuve esos teléfonos e hice todo lo posible para brindar una semblanza de consuelo, tratando de no mostrar mi propia tristeza y frustración.

Me maravillé con la valentía de los médicos de familia que, a pesar de los abrumadores desafíos, buscaban incansablemente hacer más por sus pacientes. Me inspiraron con su dedicación y resiliencia. Las preocupaciones sobre los posibles diagnósticos tardíos de niños con necesidades especiales pesaban mucho sobre todos nosotros, amplificando el sentido de urgencia en nuestro trabajo. Durante mi rotación en la unidad de psiquiatría, observé de cerca a mis mentores destacando el preocupante aumento de casos psiquiátricos entre los adolescentes, una crisis que parecía materializarse de la noche a la mañana. Muchos médicos señalaron que los trastornos mentales, que usualmente se manifiestan más tarde en la vida, ahora se estaban manifestando a una edad más temprana, como si la incidencia de enfermedades mentales se hubiera acelerado y los pacientes con depresión buscaran alivio a un ritmo mucho más alto.

A lo largo de todo, la incertidumbre era abrumadora, pero compartía la sincera determinación de muchos médicos que se negaban a rendirse en la defensa de nuestros pacientes. Entendíamos que, incluso en medio del caos, nuestro compromiso con su tratamiento y cuidado era crucial. La forma en que las instituciones respondieron a la crisis quedará grabada para siempre en mi memoria—tanto las lecciones aprendidas como las oportunidades perdidas.

Esta experiencia encendió en mí una pasión por convertirme en una defensora más fuerte de los pacientes. Quisiera aprovechar todo lo que aprendí en este período: los desafíos enfrentados, los éxitos celebrados y la compasión que nos unió a todos. Al reflexionar, me impulsa la esperanza de seguir los pasos de los médicos que me inspiraron y ser una voz para aquellos que no pueden hablar por sí mismos. Al prepararme para lo que el futuro pueda deparar, mi objetivo es estar listo para abogar por mis pacientes con un compromiso y amor inquebrantables.

Aprecio sinceramente el tiempo y la atención que has dedicado a comprender mis circunstancias. Gracias por considerar apoyar mis esfuerzos de recaudación de fondos para completar mi educación médica. Tu generosidad significa mucho para mí. Cada contribución, por pequeña que sea, hace una diferencia significativa.

¡Con profunda gratitud!