
Familia Rico: Distrofia muscular
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Esta familia tiene a cuatro hijos que sufren de Distrofia Muscular... su madre se dedica a ellos 24 horas al día: los levanta, los baña, los viste, les da de comer e incluso les cepilla los dientes porque eso es algo que ellos tampoco pueden hacer. Pero necesitan ayuda.... La pareja era sin saberlo, portadora del trastorno hereditario conocido como distrofia muscular, el cual provoca debilidad y perdida del tejido muscular, condiciones que padecen sus cuatro hijos y que empeoraran con el tiempo. Al principio cuando todavía no avanza mucho la enfermedad no les duele nada, pero cuando ya va avanzando la enfermedad y van debilitándose ellos, es cuando empieza a doler le la espalda, todo su cuerpo. La pareja llegó a los Estados Unidos hace años, buscando ayuda médica para sus hijos. La encontraron, pero debido a que son indocumentados, no es mucho lo que reciben.
El papá, es el único que trabaja. Se gana la vida limpiando ventanas pero ni el tiempo ni el dinero alcanzan. Todas las formas de distrofia muscular empeoran a medida que los músculos se debilitan y la mayoría de las personas con esta condición tarde o temprano pierden la capacidad de caminar. Erick, incluso, ya no tiene fuerzas para levantar un pedazo de pizza y saciar su hambre. Su madre le ayuda a hacerlo, como si fuera un bebé atrapado en el cuerpo de un joven de 21 años. Ellos saben que no hay cura, pero dicen que esta Navidad se conformarían con recibir el tratamiento que necesitan para aliviar los síntomas, colchones nuevos para reducir el dolor corporal, una silla de ruedas para Erick, pero sobre todo tiempo de calidad. Viven en una casa donde la risa esta ausente y la tristeza abunda. Esta es la época en la que el padre tiene menos trabajo y por eso, cuentan con menos recursos.
El papá, es el único que trabaja. Se gana la vida limpiando ventanas pero ni el tiempo ni el dinero alcanzan. Todas las formas de distrofia muscular empeoran a medida que los músculos se debilitan y la mayoría de las personas con esta condición tarde o temprano pierden la capacidad de caminar. Erick, incluso, ya no tiene fuerzas para levantar un pedazo de pizza y saciar su hambre. Su madre le ayuda a hacerlo, como si fuera un bebé atrapado en el cuerpo de un joven de 21 años. Ellos saben que no hay cura, pero dicen que esta Navidad se conformarían con recibir el tratamiento que necesitan para aliviar los síntomas, colchones nuevos para reducir el dolor corporal, una silla de ruedas para Erick, pero sobre todo tiempo de calidad. Viven en una casa donde la risa esta ausente y la tristeza abunda. Esta es la época en la que el padre tiene menos trabajo y por eso, cuentan con menos recursos.
Organizer
Katia Carreno Fischer
Organizer
Southlake, TX