En mi familia somos cuatro: mis papás, mi hermano y yo. Mis papis son el corazón de mi hogar; mi papá, un maestro de laboratorio que siembra conocimiento, y mi mamá, una secretaria en un centro de investigación, siempre atenta a cada detalle. Pero desde que mis papis supieron de mi enfermedad, el amor de mi mami se ha vuelto un escudo que me cuida a cada instante, asegurándose de que yo esté bien.
Todo comenzó en marzo de 2025, cuando noté algo raro: mi nariz se sentía tapada, con un poco de mucosidad y, a veces, un hilo de sangre. Lo más extraño es que no me dolía nada. Mis papás me llevaron con un pediatra que pensó que era rinitis alérgica. Me dieron medicinas, pero no funcionaron. En mayo, esos síntomas regresaron con mucha más fuerza. Fue entonces que el médico decidió hacerme una biopsia, y el 14 de junio la vida nos cambió: el diagnóstico era posible neuroblastoma.
Fue un momento de gran incertidumbre, pero mis papis actuaron con rapidez y amor. Nos contactamos con el Dr. Diego Amaro oncólogo pediátrico en Ensenada quien nos recomendó el Centro Oncológico Pediátrico en Tijuana para un seguimiento más especializado y llegamos con el Dr. Carlos Duarte allí nos recibieron con una calidez que abrazó nuestros corazones asustados. Me aceptaron de inmediato, y sé que ahora estoy en las mejores manos. Este es apenas el comienzo de mi historia, pero sé que con el amor de mi familia y el apoyo de estos médicos, saldremos adelante.
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Rio Tijuana 3ra Etapa, Tijuana, BCN