Ayuda a salvar la vida del abuelo Yayo

Una historia que no quisiéramos contar, pero necesitamos compartir.

El 12 de septiembre de 2024, el mundo se detuvo para nuestra familia.

El Ing. Eduardo Hernández Fernández, Mi padre, abuelo, esposo y hermano, ese hombre incansable, vital, cariñoso, que nos enseñó a caminar por la vida con fuerza y alegría, se desplomó repentinamente. Un síncope lo hizo caer de espaldas y su cuello golpeó con violencia el suelo.

Desde ese instante, algo en él cambió… y en nosotros también.

Primero fue la torpeza en el brazo derecho. Luego, la pierna. Poco a poco, la movilidad se le escapaba, como si cada día el cuerpo le dijera que ya no podía más. Visitamos médicos. Muchos. Especialistas. Estudios. Imágenes. Opiniones. El miedo crecía con cada silencio en las salas de espera.

Por fin dimos con un cirujano que había operado a otro familiar. Nos dio confianza. Pero también nos dio una opción que no supimos rechazar: operar también las lumbares “por prevención”. ¿Qué sabíamos nosotros? Éramos una familia desesperada. Queríamos salvarlo, y confiamos. Confiamos como sólo confía quien ama y teme perder.

El 11 de marzo de 2025, entró al quirófano. Operación de cervicales y lumbares. Mismo día.

Después de la cirugía, comenzó la esperanza: logró dar algunos pasos. Lentos. Dolorosos. Pero pasos al fin. Volver a caminar fue una pequeña victoria… hasta que todo se volvió a derrumbar.

Mayo llegó con un dolor profundo en la espalda baja. Pensamos en infecciones, en órganos, en todo. Volvimos al hospital. Una vez. Dos veces. Sin respuestas. Mientras tanto, él ya no comía igual. Su rostro se hundía. Perdía peso. Perdía fuerzas. Perdía ganas. Nosotros perdíamos también… la fe, la calma, el dinero.

Nos endeudamos. Vacíamos nuestras cuentas. Cuando ya no teníamos ni cómo pagar el taxi al hospital, llegó una recomendación: otra opinión médica.

Ahí descubrimos la verdad que nos rompió por dentro.

Tras una resonancia y nuevas placas, encontraron lo que nadie vio antes. Una infección severa. Pus acumulada por semanas. Una proteína que lo gritaba desde antes y nadie quiso escuchar. El dolor ya no lo dejaba respirar.

No volvió a casa desde esa resonancia.

Lo trasladamos a la CDMX de urgencia. Le hicieron una limpieza y una biopsia. El diagnóstico fue devastador: Pseudomonas, una bacteria agresiva que se alojó en las piezas implantadas en la cirugía lumbar. Esa misma cirugía que hoy sabemos que nunca fue necesaria. Esa bacteria ya se ha comido una de sus vértebras.

Una parte de su columna ya no existe.

Y ahora está postrado. Ya no puede sentarse. Vive dopado por el dolor. Un hombre que antes corría, bailaba, reía, ahora lucha por sobrevivir tumbado en una cama.

Nosotros hemos empeñado hasta lo que no tenemos. Nos hemos desgastado emocional, física y económicamente. Pero más allá del dinero, lo más duro es la impotencia de verlo así. De no poder calmarle el dolor. De no tener cómo frenar esa mirada que pide ayuda… y no tener cómo dársela.

Todo lo que recaudemos será para que pueda tener una vida sin dolor, porque eso es lo que pedimos: no lujos, no comodidad… sólo una vida sin dolor.

¿Nos ayudas a salvarlo?

No tienes que conocerlo. Basta con haber amado a alguien para entender lo que duele verlo sufrir.

Si algo de esta historia te movió, te pedimos que nos ayudes a seguir luchando.

Un donativo, una palabra, un compartir… cualquier gesto será un acto de amor.

Gracias por leer. Gracias por sentir. Gracias por ayudar.

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Objetitvos a cubrir con las donaciones:

19 de Julio: Inicio de tratamiento antibiótico especializado para encapsular la Bacteria conocida como Pseudomona Aeruginosa a través de un antibiograma el cual le está permitiendo darle un tratamiento focalizado en la zona con los medicamentos exactos.

28 de Julio: Cirugía para retirar el material infectado y continuar con tratamiento antibiótico especializado directo en la zona a través de un Catéter.

Tratamiento post Operatorios

Rehabilitaciónes

Medicamentos especializados

Actualizado al 21 de Julio de 2025

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