Ayudemos a la abuela Paca
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Que tengan un muy buen día.
Hemos empezado esta campaña para pedir tu ayuda para la recuperación de la abuela Paquita. Te habla Eduardo Hernández, su nieto.
Hace tres semanas, a principio de marzo, estaba fuerte como un roble. A pesar de sus 89 años, siempre ha sido una señora muy autosuficiente: toma transporte público, tiene una vida social activa, hace lo que puede de ejercicio en el parque de la comunidad y es muy querida por todo el mundo.
El viernes 13 de marzo, la abuela sufrió un ataque isquémico transitorio, algo muy parecido a un ACV, que requirió asistencia médica. Mi padre, mi madre y mi hermano, que viven con ella, tuvieron que trasladarla en una ambulancia a la clínica en plena declaración de cuarentena en Caracas y no fue sencillo conseguir asistencia.
De hecho, esa misma tarde, su seguro (España Salud) y la clínica no se pusieron de acuerdo para internarla y darle el cuidado que necesitaba, así que la mandaron a la casa a la buena de Dios.
El final del viernes fue muy incierto. El sábado y el domingo los pasó muy, pero muy mal. Se deshidrató mucho, no podía sostenerse de pie y tuvimos que ayudarla y cargarla para poder sacarla de cama a ir al baño.
El lunes la situación era insostenible y volvimos a la clínica, donde tuvo que quedarse en la Unidad de Cuidados Intensivos por tres noches mientras intentábamos dar con un diagnóstico serio y creíble.
Como todos sabrán de una u otra manera, el sistema sanitario en Venezuela está en crisis, y bajo alerta por la amenaza del COVID-19, aún más. El seguro se agotó apenas en la primera noche de terapia y desde entonces hemos cubierto todos los gastos en terapia, medicamentos, enfermeras.
Hemos pasado por varios diagnósticos ahora descartados, como meningitis, dengue y demás. Cada médico ha tenido una opinión distinta, pero cuando les hicimos saber que ya no teníamos cómo costear más terapia o habitación, rápidamente la dieron de alta y la enviaron a casa, otra vez a la deriva.
Hoy en día, casi 10 días después, Paquita está en casa. A veces la pasa bien, pero otros días no tanto.
No puede mover las piernas, le duele la espalda continuamente, no ha podido salir de su cama ni a tomar sol, depende de su familia para todo y a pesar de que hacemos lo que podemos, a veces la situación nos supera. Aun así, está 100% lúcida, dispuesta a luchar y no está lista para rendirse. Es por eso que decidimos empezar esta campaña. Nuestro capital se ha esfumado en cuentas médicas, cuidado intensivo, medicamentos, ayuda externa y tememos que por no comer ni beber lo que debería, a causa de una infección en la boca, tendremos que acudir a un hospital nuevamente.
Dado que no se puede configurar una campaña desde Venezuela, he tenido que hacerlo yo. Necesitamos cubrir gastos médicos relacionados con hospitalización ($1000), pago de honorarios a la enfermera que los asiste en casa ($400 al mes), insumos médicos e higiénicos ($150 al mes) y traslado, que varía de un día para otro por la grave crisis de combustible que atraviesa Venezuela. Esto sin contar un fondo de emergencia en caso de que deba ser hospitalizada nuevamente (traslado, honorarios médicos, días en la UCI).
Un traslado durante la cuarentena implicaría la activación del protocolo COVID, lo cual significa que al ser internada debe pasar al menos 14 días en confinamiento solitario. Es por esta razón que el fondo de emergencia es tan importante.
Mi hermano, David Hernández, tiene una cuenta en Bank of America (en Estados Unidos). Debido al control cambiario y a la hiperinflación que azota a Venezuela, mi plan es enviar los fondos recaudados a esa cuenta a través de un servicio de envío digital de fondos, WireTransfer.
Sabemos lo mal que toda la humanidad la está pasando, y agradecemos que te hayas tomado el tiempo para leer todo esto. Cualquier aporte que te puedas permitir será muy bien recibido y haremos lo posible por actualizar la situación de Paquita tan a menudo como sea posible.
Desde el corazón, muchas gracias.
Hemos empezado esta campaña para pedir tu ayuda para la recuperación de la abuela Paquita. Te habla Eduardo Hernández, su nieto.
Hace tres semanas, a principio de marzo, estaba fuerte como un roble. A pesar de sus 89 años, siempre ha sido una señora muy autosuficiente: toma transporte público, tiene una vida social activa, hace lo que puede de ejercicio en el parque de la comunidad y es muy querida por todo el mundo.
El viernes 13 de marzo, la abuela sufrió un ataque isquémico transitorio, algo muy parecido a un ACV, que requirió asistencia médica. Mi padre, mi madre y mi hermano, que viven con ella, tuvieron que trasladarla en una ambulancia a la clínica en plena declaración de cuarentena en Caracas y no fue sencillo conseguir asistencia.
De hecho, esa misma tarde, su seguro (España Salud) y la clínica no se pusieron de acuerdo para internarla y darle el cuidado que necesitaba, así que la mandaron a la casa a la buena de Dios.
El final del viernes fue muy incierto. El sábado y el domingo los pasó muy, pero muy mal. Se deshidrató mucho, no podía sostenerse de pie y tuvimos que ayudarla y cargarla para poder sacarla de cama a ir al baño.
El lunes la situación era insostenible y volvimos a la clínica, donde tuvo que quedarse en la Unidad de Cuidados Intensivos por tres noches mientras intentábamos dar con un diagnóstico serio y creíble.
Como todos sabrán de una u otra manera, el sistema sanitario en Venezuela está en crisis, y bajo alerta por la amenaza del COVID-19, aún más. El seguro se agotó apenas en la primera noche de terapia y desde entonces hemos cubierto todos los gastos en terapia, medicamentos, enfermeras.
Hemos pasado por varios diagnósticos ahora descartados, como meningitis, dengue y demás. Cada médico ha tenido una opinión distinta, pero cuando les hicimos saber que ya no teníamos cómo costear más terapia o habitación, rápidamente la dieron de alta y la enviaron a casa, otra vez a la deriva.
Hoy en día, casi 10 días después, Paquita está en casa. A veces la pasa bien, pero otros días no tanto.
No puede mover las piernas, le duele la espalda continuamente, no ha podido salir de su cama ni a tomar sol, depende de su familia para todo y a pesar de que hacemos lo que podemos, a veces la situación nos supera. Aun así, está 100% lúcida, dispuesta a luchar y no está lista para rendirse. Es por eso que decidimos empezar esta campaña. Nuestro capital se ha esfumado en cuentas médicas, cuidado intensivo, medicamentos, ayuda externa y tememos que por no comer ni beber lo que debería, a causa de una infección en la boca, tendremos que acudir a un hospital nuevamente.
Dado que no se puede configurar una campaña desde Venezuela, he tenido que hacerlo yo. Necesitamos cubrir gastos médicos relacionados con hospitalización ($1000), pago de honorarios a la enfermera que los asiste en casa ($400 al mes), insumos médicos e higiénicos ($150 al mes) y traslado, que varía de un día para otro por la grave crisis de combustible que atraviesa Venezuela. Esto sin contar un fondo de emergencia en caso de que deba ser hospitalizada nuevamente (traslado, honorarios médicos, días en la UCI).
Un traslado durante la cuarentena implicaría la activación del protocolo COVID, lo cual significa que al ser internada debe pasar al menos 14 días en confinamiento solitario. Es por esta razón que el fondo de emergencia es tan importante.
Mi hermano, David Hernández, tiene una cuenta en Bank of America (en Estados Unidos). Debido al control cambiario y a la hiperinflación que azota a Venezuela, mi plan es enviar los fondos recaudados a esa cuenta a través de un servicio de envío digital de fondos, WireTransfer.
Sabemos lo mal que toda la humanidad la está pasando, y agradecemos que te hayas tomado el tiempo para leer todo esto. Cualquier aporte que te puedas permitir será muy bien recibido y haremos lo posible por actualizar la situación de Paquita tan a menudo como sea posible.
Desde el corazón, muchas gracias.
Organizer
Eduardo Hernández
Organizer
Barcelona
