Kombone quiere ser arquitecto

Hace exactamente dos años me encontraba celebrando mi cumpleaños número 35 en un salón de la escuela Mogadishu en Kakuma Refugee Camp, donde llevaba dos semanas facilitando talleres de arte a través de la ONG Mystart, rodeada de unos 20 adolescentes de diferentes países de África oriental que habían preparado una fiesta para acompañarme en mi celebración. 

Cantaron, bailaron, leyeron su propia poesía e inventaron raps que incluían mi nombre. Comimos pastel, tomamos Coca-Cola, e hicimos lo que se hace en cualquier otra parte del mundo para celebrar un cumpleaños. Fue uno de mis mejores cumpleaños ever, a la altura de aquella fiesta que organizó mi madre para mis 5 años donde todos íbamos disfrazados, el pastel era un castillo y mis primos vendían perritos calientes que pagábamos con dinero de mentira. 

Uno de los adolescentes celebrando mi cumpleaños en Kakuma era Daniel Kombone, un chico de 13 años que, como la mayoría de las personas allí presentes, había salido de Sudán del Sur huyendo de la guerra. Kombone venía cada día a los talleres de arte pero cada día decía que no podía venir todos los días porque tenía que estudiar para los exámenes de acceso al bachillerato, ya que si sacaba buenas notas iba a poder conseguir que alguien fuera su sponsor y estudiar en un colegio mejor que los que se encuentran en el campamento (Kakuma es un campo de refugiados establecido en un desierto al norte de Kenia desde 1992, con casi 60.000 habitantes a la fecha). 



En ese momento yo solo le di palabras de apoyo y deberes de redacción que sin falta me traía hechos al día siguiente, pero no me veía capaz de ofrecer ser su sponsor ya que en ese momento ni siquiera sabía cuál sería mi trabajo al volver de Kenia. Sin embargo, un par de meses después cuando me llegó la noticia de que había sacado una de las notas más altas de su clase decidí que aunque no sabía muy bien con qué, sería su sponsor.

2500€ en realidad no es tanto si te pones a pensar que con eso podrás pagarle el colegio, la vivienda, la ropa y el seguro de salud a una persona con potencial y ganas durante todo un año, y que además le estás dando la oportunidad de salir de un campo de refugiados donde muchas personas terminan viviendo toda su vida.

2.500€ son unos 200€ al mes; 6,80€ al día. No es una cifra imposible, ¿no?

Afortunadamente durante el primer año hubo alguien muy especial que me ayudó con la mitad del total, y el año pasado también recibí una donación que ayudó a completar lo que faltaba. El resto ha ido llegando, nunca me ha faltado nada y siempre he confiado en que el dinero iba a llegar. 

Kombone en su primer día de clase

Todo esto que les cuento no es para ganar “puntos de solidaridad”, si no para pedirles ayuda para ayudar porque ya no puedo hacerlo sola. Este año mi situación ha cambiado (entre otras cosas, he decidido volver a la universidad a los 36 años) y la persona que me ayudaba con la mitad de la beca ya no puede seguir haciéndolo. 

Es por eso que después de pensarlo mucho decidí montar este fundraiser, porque a veces es mejor hacer las cosas en equipo. 

¿Cómo se utilizará el dinero recaudado?

La educación de Kombone es gestionada por la fundación Windle Trust , que desde 1977 lidera proyectos de educación en Kenia y otros países de África y tiene un programa específico de becas para refugiados.  A través de ellos se hacen los pagos de la anualidad del internado (Boma Boys High School en Kitale), las compras de materiales escolares y uniformes, la gestión del dinero de bolsillo de Kombone y un seguimiento uno a uno de su rendimiento académico y del bienestar físico, psicológico y emocional durante su estadía en el colegio. 

Estos son los gastos aproximados de un año:

Anualidad colegio: 542€
Transporte Kakuma-Kitale: 194€
Seguro médico: 189€
Tutoría, seguimiento
y asesoramiento: 776€
Gastos de subsistencia: 272€
Uniformes y calzado: 86€
Actividades extracurriculares: 129€
Gestión: 218€

Si tienes alguna pregunta no dudes en contactarme :)